Es un partido bonito. No es el fútbol en sí, porque ver a Emerson y o Luccin o Costinha, no es que invite al optimismo estético. Es lo que tiene de nostálgico. Y hablo para nosotros, para los que no hace tanto que abandonamos el barco del forofismo (con la edad se pierden los vínculos anímicos y se gana la desidia de la imitación...a los jugadores). Todavía recordamos los partidos con los colegas del barrio en el Dos Calles, o en el Mima, o en el Bar de Jorge (ay, mítico lugar, como te echamos de menos, tío Jorge). Cuando meterte con un jugador podía generar una batalla dialéctica que ponía en juego más sistemas neuronales que cualquier examen de matemáticas. Esos eran grandes partidos. Y seguro, que como los de ahora, pequeños en si mismos. Eramos nosotros con nuestra visión los que agrandábamos el espectáculo. Es la tensión, el rival que te roba los panchitos en los contraataques o que pide y lo hace solo para los que son de su equipo, lo que hacía de aquellos noventa minutos (más la prologanción, que algunos días duraba hasta el alba) fueran todo un espectáculo. No es lo mismo ver el partido en casa, ni tan siquiera verlo ahora, cuando parece que te diera vergüenza mostrarte como te gustaría. O ya es que no eres como te gustaría que fuera. Que golazo habéis metido, amigo Toni, y ya van ocho, la cosa pinta fea. No, vamos, vamos, que vamos a tener que comprale un carrito para que se puedan llevar los goles a casa, ¡¡¡ para, chico, para, no les metas otro que el marcador solo tiene hasta diez !!!. Esas frases (ya me cuesta hasta recordarlas) son la grandeza del fútbol. Sí, el fútbol es forofismo, lo otro, lo otro debe de ser deporte.
Ah, haré mi pronóstico: 1-3
No hay comentarios:
Publicar un comentario